25/07/2023

Hacia el techo imposible de los cielos

Giselle Pissoni, Daniela Fernández Curadora: Carolina Repetto PH: Registro exacto Nadie pudo ver nunca la incesante morada donde todo repite nuestros nombres más allá de la tierra. La Casa - Olga Orozco Cautivas y pendientes de los espacios temporarios para vivir, las últimas generaciones de jóvenes se ven cada vez más lejos de un hogar propio y definitivo. Entre la planificación urbana precaria, los cambiantes códigos habitacionales y el constante contraste entre demoliciones y edificaciones, las ciudades se convierten en espacios que cada vez más expulsan a quiénes han transitado sus calles por décadas. En el imaginario de la ciudad-teatro, los actores son todos personajes en exilio. Este nomadismo involuntario conforma la identidad de aquellos que ocupan la porosa frontera entre lo permanente y lo transitorio. ¿Cómo pueden ser ambos? ¿Cómo habitar sabiendo que pronto vas a tener que desplazarte? ¿Cómo apropiarse y despojarse de un lugar en un mismo movimiento? En el compendio de obras de Daniela Fernandez y Giselle Pissoni presentadas en el espacio, las artistas ponen en cuestionamiento el escenario pasado, actual y futuro que conlleva el anclaje a un solo territorio. Es en esta topología circunstancial de las mudanzas que encontramos entrelazadas las obras de ambas artistas. Ante el abismo de la pregunta “¿Te mudás de nuevo?”, ellas siempre contestaron que sí. Como la mayor parte de su generación, se han visto envueltas en los remolinos de empaque y desempaque de sus pertenencias. Desde sus diferentes espacios, logran trabajar la noción de un paisaje argentino conformado de fragmentos, de trayectorias apuradas y de elementos al borde de la precariedad. Daniela Fernandez suma gestos matéricos de carácter expresivo con cada pincelada, trabaja sin respetar los marcos y bordes, construye el propio fin de cada pintura que busca hacer de la tela más que un soporte. En su serie de carpas, la artista genera imágenes traslúcidas que se encuentran en un paisaje foráneo, ficticio, oscurecido entre tinieblas abstractas y formaciones corpóreas irreconocibles. Estos microcosmos en transición parecen estar desterrados de todo espacio habitable. En ellos, la precariedad de los elementos conforma una serie de vestigios sincronizados, una idea de un paisaje que se rige por ser y no ser un lugar a la vez. Un horizonte antropomórfico, con carpas que oscilan como fantasmas de quienes habitaron en algún momento esas tierras. Por otra parte, la trama de la obra de Pissoni radica en su capacidad de retratar lo que quedó por fuera en cada traslado que observó y notó en su barrio. La artista trabaja con una delicadeza y un manejo de tonalidad que convierte tanto a la acumulación como al vacío en una experiencia estética inédita. La violencia de los escombros, de lo destruido, pasa a ser parte de una nueva construcción que amerita ser capturada primero y contemplada después. Pissoni arma un juego instalativo que (des)compone objetos a partir del descarte: un banco hecho de un tablón y bolsas de arena, un cúmulo de ladrillos que se transforman en un adorno. En el ritual íntimo de la pintura, resignifica estas formas cotidianas y se las apropia al edificar nuevos escenarios. Pissoni se pregunta: ¿Qué deseamos reunir en el vacío? ¿Y qué se une inevitablemente? Ambas trabajan lo identitario a partir de operaciones de rescate de los mismos materiales de construcción que una y otra vez dejaron de lado. Al diseñar esta crónica personal, se activa una especie de conciencia pictórica que es capaz de abordar aspectos que permiten una apropiación por parte del espectador. Este empieza a reconocer las pilas de ladrillo de su barrio en los que retrata Pissoni, y sentirse tocado por el álbum familiar que esconde Fernandez detrás capas de tela. Es posible entonces creer que estas resoluciones estéticas resistan el paso del tiempo o más bien, se conviertan en parte de los escombros que se transforman en ruina y esbozo simultáneamente. Carolina Repetto Octubre 2023

Hacia el techo imposible de los cielos
Hacia el techo imposible de los cielos
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